Sobre una carpeta de grabados y unos paisajes inestables
Once creadores de arte gráfico y una pintora que hace temblar poéticamente las formas.
Rubén Suárez La galería Alfara, de cuya muy positiva trayectoria en la exposición de obra sobre papel nos hemos hecho eco en anteriores ocasiones, acaba de inaugurar ahora dos nuevas muestras de indudable interés. Sobre una de ellas conviene detenerse brevemente en lo que son sus antecedentes, porque resultan aleccionadores. Se trata de una carpeta de grabados que viene a ser el resultado de una colaboración entre el CIEC (Centro Internacional de la Estampa Contemporánea), de Betanzos, y la propia galería Sobre una carpeta y unos paisajes inestables Alfara, por la cual once artistas convivieron y trabajaron juntos en los talleres que para la creación del grabado Alfara Studio tiene instalados en Salamanca con el proyecto de propiciar el encuentro entre creadores de arte gráfico. Una iniciativa que resulta ejemplar tanto porque está llevada a cabo desde el desinterés como porque supone un estímulo para los artistas en la práctica de estas técnicas y pone de manifiesto una apuesta por su promoción.
En cuanto a la carpeta en cuestión, está integrada por obras de los siguientes artistas: Ovidiu Batista, Rebeca Barral, Albín Hodza, Roberta Venanzi, Carmen Fonseca, Paula Fraile, Iván Gutiérrez, Vanessa Gallardo, María Briz y Lucía Fermín. Entre ellos un rumano, un francés, una italiana y el asturiano Iván Gutiérrez, todos ellos unidos en este proyecto común y tarea creativa, que abarca la práctica totalidad de procedimientos de arte gráfico, que tiene buen nivel de calidad y de cuya carpeta, si tuviéramos que citar una particularidad, ésta sería el claro predominio de la figuración.
En la otra exposición, instalada en el recoleto altillo de la galería, expone su obra sobre papel una artista muy singular que presenta una pintura muy imaginativa y sugestiva en su utópica ensoñación paisajística. En el mundo plástico de esta artista, Esther Sacco, pintora uruguaya que actualmente reside en Asturias, parece registrarse un seísmo que hace temblar poéticamente la composición, toda la estructura de unas formas en atractiva vibración lineal y cromática, creadas con un estilizado y personal manierismo. Crea su lenguaje un hábitat pictórico liberado de toda evidencia convencional naturalista en el cual el paisaje se precipita como arrastrado por un movimiento ondulante. Nace así un sugestivo orden plástico en el que se unen la ingenuidad y la magia. Curiosamente, y aunque casi con total seguridad Esther Sacco no tiene noticia de su obra, me recuerdan los «paisajes inestables» de las últimas pinturas de Daniel Quintero, el granadino artista de la Marlborough, uno de los grandes maestros de la figuración internacional, del que con un realismo menos «inestable» tuvimos ocasión de ver una gran exposición en
Oviedo, en los tiempos de la Fundación Municipal de Cultura en el Campoamor.
‹ A review for Esther Sacco’s show in Zurich, November 1988 En la costa ›